Madrigal de las Altas Torres (Ávila), la villa donde nació Isabel la Católica (1451), cerraron los ojos a Fray Luis de León (1593) y fue asiento de las primeras Cortes de Isabel y Fernando (1476), permanece desde 1963 a la espera de su declaración como Conjunto Histórico, hace ya 54 años.
La muy noble, imperial y coronada villa, así reza en su escudo, aspira a incorporar un nuevo timbre que aún se le resiste, el de Conjunto Histórico, una figura jurídica definida por la Ley de Patrimonio Histórico Español (1985), equivalente a la antigua de Conjunto Histórico-Artístico y que Madrigal no llegó a estrenar antes del paso de competencias del anterior régimen al autonómico.
La población que vio nacer al arzobispo de Toledo Gaspar de Quiroga, al obispo de Ávila Alonso Fernández “El Tostado” y a Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán (México), asiste a la paradoja de ver cómo sus principales monumentos han sido reconocidos como Bien de Interés Cultural (BIC) pero no la suma de ellos.
A la alcaldesa de Madrigal de las Altas Torres, Ana Isabel Zurdo (PSOE), tampoco le salen las cuentas y pone como ejemplo la rémora que representa no poder optar a subvenciones para la restauración de su patrimonio si no esgrime el blasón de Conjunto Histórico, como ocurrió el año pasado con la Diputación de Ávila, “aunque este ya se ha solucionado con una leve modificación”, ha explicado hoy a Efe.
“Nos queda un poco como se sensación de abandono”, ha añadido la alcaldesa, quien ha recibido el compromiso del director general de Patrimonio del Gobierno regional, Enrique Sáiz, de “reactivar el expediente” y arreglar esa declaración.
Hace menos de un mes, ha informado Zurdo, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), ha aprobado la propuesta de un plan director para la restauración y puesta en valor de las murallas de la villa isabelina.
“O damos un paso ahora, o quedamos sepultados para siempre”, ha resumido la alcaldesa para tratar de evitar la desolación que Unamuno contempló y resumió en verso cuando, en octubre de 1929 y en un poema dedicado a Madrigal de las Altas Torres observó “(…) ruinas perdidas en lecho/ ya seco de ciénaga enorme”.
Las murallas mudéjares (s. XII-XIII), que abrochan un entramado de casas palaciegas y casonas de labranza con un perímetro similar al de Ávila; el Palacio Real (s. XV), donde vino al mundo Isabel la católica; el monumental y arruinado convento extramuros, donde finó el maestro León (S. XV); y el Real Hospital de la Purísima Concepción (s. XV); son algunos de esos Bienes de Interés Cultural censados.
A ellos se unen las iglesias de San Nicolás (s. XIII-XIV) y de Santa María del Castillo (s. XIII), ejemplos del románico pobre o de ladrillo propio de la meseta, en sintonía con la arquitectura mudéjar del resto de esta villa que también evocaron Galdós, Azorín, Cela e incluso el costumbrista y extravagante Eugenio Noel aunque fuera para denostar las capeas que contempló un mes de septiembre.
En la misma situación que este municipio de apenas 1.500 habitantes, en el norte de Ávila y cerca de Salamanca, se encuentra una veintena de ellos en Castilla y León que aún aguardan la resolución de los expedientes incoados en su momento para ser declarados Conjunto Histórico.
Algunos expedientes como el de Madrigal de las Altas Torres, el más antiguo sin resolver, son anteriores a la ley de 1985, por lo que no decaen y su competencia corresponde a la Junta de Castilla y León, mientras que otros fueron incoados por esta administración y han declinado al haber transcurrido dos años sin fraguar, según estipula la norma.
Fuente: El diario.es (26/7/2017)
Enlace: Madrigal de las Altas Torres, 54 años de espera para ser Conjunto Histórico